Reacción a un momento y una lectura.

 

 

(Triple asesinato, sábado 27 de abril en la localidad de Cañete y Reflexiones sobre la Guillotina de Albert Camus)

 

No es novedad que en los últimos años, los índices de delincuencia en Latinoamérica han subido, aunque sus países digan lo contrario, la sensación térmica de inseguridad, la cual es un gran medidor, es de inseguridad. Robos a mano armada, pandillas juveniles, asaltos domiciliarios, robo de autos y otras tanto más son noticias seguras en los informativos de prensa de cada día. Qué decir del aumento del terrorismo, que hasta su cárcel propia tiene en el Salvador, construida como símbolo de lucha para enfrentarlos El Centro de confinamiento del terrorismo (CECOT), ha sido muy efectiva y no exenta de polémicas por su trato durísimo con los presos y por condiciones que algunos consideran como una cárcel vejatoria y que viola los derechos humanos.  La popularidad del presidente de El Salvador  Nayib Bukele Ortez primero en su país,  por su combate contra la delincuencia, ha actuado como un imán para algunos políticos en Chile. Es tentador seguir el camino populista y obtener el rédito de popularidad para una posible elección. Un tema muy discutible.

 

Por otro lado, en Chile, hemos visto la delincuencia como nunca antes. El poder de fuego, el nivel de estrategia y el poder de las comunicaciones han dotado de herramientas cada vez más sofisticadas a los delincuentes y terroristas. La madrugada del sábado 27 de abril en la localidad de Cañete, en la región del Biobío, fueron asesinados brutalmente y posteriormente quemados tres carabineros. Un hecho que hace revivir una época de Chile oscura, que por razones distintas, la dictadura borro la vida de Chilenos. Hoy el terrorismo hace lo mismo en Chile. Carabineros asesinados, personas descuartizadas, sicariato y quién sabe que más de un mundo que la mayoría de los que vivimos en esta tierra no queremos. A la mañana siguiente del 27 de abril, los medios de comunicación nos mostraban la noticia y junto con ella las primeras declaraciones de los políticos, algunos, no todos, comenzaron a insinuar que la rudeza de nuestra legislación no era acorde a las necesidades actuales. Otros, que debíamos revisar el sistema carcelario y aplicar sanciones duras como las de países que son efectivos en centro América, y, la última que motivo que escribiera esta columna. Que la pena de muerte debía ser revisada  y restituida para casos tan complejos como el asesinato a carabineros. ¿Qué?, mi asombro fue creciendo cuando esta última reacción comenzó a repetirse en políticos de distintos sectores.

 

Días después partí a mi pequeña biblioteca,  con el convencimiento que era el mejor momento para leer <Reflexiones sobre la Guillotina> de Albert Camus. Si bien conocía de su existencia, no lo había leído. Considerado uno de los mejores textos del autor, es un ensayo reflexivo sobre la vida y el respeto irrestricta a ella. El gran Camus nos hace reflexionar sobre la pena de muerte como un cáncer para una persona. Nadie habla de la necesidad del cáncer que destruye la vida, la pena de muerte destruye las instituciones. La lectura  me deja la sensación de la pena de muerte como resultado de la sistematización de la inoperancia de las autoridades políticas. No existen datos que verifiquen que la pena de muerte haya hecho volverse  atrás a un asesino, nos dice Camus.  La sociedad no cree en la ejemplaridad, pero algunos quieren aplicarla con la sanción irreversible, la muerte. La cadena perpetua, por otro lado, nos da espacio para arrepentimiento y la conciencia de ese ser humano. El asesinato del que está condenado a la muerte ha sido desdibujado cada vez más, busca una percepción abstracta de lo que es, así como cada vez más los países buscan formas indoloras o poco tormentosas para asesinar al preso, eso nos dice Camus. Incluso nos revela que a principios del S.XX en Inglaterra de los 250 ahorcados, 170 habían asistido personalmente a una o dos ejecuciones capitales. Hacer morir sin hacer sufrir es de una ignorancia, nos dice el autor.

 

Fui por este libro, por las circunstancias, por ser uno de los miles de pendientes que tengo en mis lecturas; es el tiempo y el curso de los acontecimientos el que nos va formando. Somos hijos de nuestro tiempo, pero también es un deber en analizar lo que otros pasaron y reflexionaron sobre problemáticas globales.  El mundo ya superó esta discusión.  Asesinar a un ser humano y legalizar ese acto es pertenecer a una sociedad que extermina de la manera más brutal a otro que puede, aunque no lo sepa ser redimido. Es cierto que el problema carcelario es un mal de nuestra época, que el costo mensual en Chile es de 920 a 950 mil pesos por preso. También es cierto que algunas cárceles se han transformado en espacios de formación para la delincuencia, ¿pero matar?, realmente algunos señores políticos piensan que asesinar a alguien es la solución. Esto demuestra lo anacrónico de algunos de ellos. El delincuente y el terrorista fue un niño que no tuvo educación, que no tuvo apoyo emocional en su infancia.  El delincuente y el terrorista es fruto de la gestión del Estado, la que fallo, lo abandono a su suerte. Sin políticas públicas contundentes que aborden la delincuencia y el terrorismo como un problema sistémico, la pena de muerte es la última y la peor de las soluciones. Fruto de un abandono sostenido que parió una violencia inusitada en una sociedad donde la salud mental y el buen vivir son un lujo para la mayoría de los chilenos, los brotes de enfermedades psicológicas, como dicen la mayoría de los expertos, comienzan a ser cada vez más cotidianos. Los presos deben  estudiar, y trabajar, generar sustento y sentirse útiles, pagar su estadía en la cárcel, ocupar su tiempo en algo útil.  Encerrarlos y que el estado los mantenga también es anacrónico.

 

Albert Camus, reflexiono sobre la crudeza de la guillotina y sobre el encubrimiento de una futura condena de muerte que no dolía, según los que promovían esas ideas en esa época. Hoy, renace  en algunos políticos la idea de revisar la condena de muerte y legalizar el asesinato. Los que promueven o quieran patrocinar esta idea, es querer tapar el sol con un dedo e intentar ganar por secretaria lo que ellos no han podido resolver; un estado eficiente y moderno, que busca educar y evolucionar a sus habitantes en ser mejores hombres y mujeres ,justas y de bien, con nuestras luces y sombras, y con él desde intransable del respeto irrestricto a la vida humana

 

Simplemente…. reaccione a los hechos y busque una autoridad que nos hablara del tema. Don Albert Camus. ¡Su obra sigue viva!. Gracias por esta y otras tantas reflexiones.

Nicolás Fontaine 

13 de mayo de 2024

Faro de La Nueva Extremadura

Colección Great Ideas
Páginas 96
Target de edad Adultos
Tipo de encuadernación Tapa blanda
Fecha de publicación 01-04-2024
Autor Albert Camus
Editorial TAURUS
Dimensiones 11mm x 18mm
 9788430625901
 

 

 

 

 

 

 

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