Las Últimas Noticias/Martes 27 de Marzo de 2001
Comentario de Teatro
Una Noche de Nervios
Durante poca más de una hora, Pedro Vicuña y Nicolás Fontaine, debutantes como dramaturgo y director, respectivamente, abren las puertas de la intimidad vivida en las máximas esferas de poder la noche del 10 de septiembre de 1973.
En un plano lateral, apenas iluminado por una lámpara, tres figuras de los partidos políticos que apoyan al presidente de la republica discuten la inminencia de la asonada militar. Como contrapunto a sus disquisiciones, y abarcando casi todo el escenario, se muestra el palacio de gobierno y la tensión que embarga minuto a minuto a sus ocupantes ante los signos inequívocos del conflicto
Elementos importantes de la puesta en escena son el sillón rojo, que preside la acción y único elemento escenografito, y el perturbador sonido de un teléfono, que anuncia solo malas noticias.
Fontaine, acierta en la creación de atmosfera, sobre todo en el palacio, donde la incertidumbre, primero, y luego la certeza de la traición, pueden palparse en el aire. A nivel actoral, la propuesta es despojada solo los interpretes, el espacio escénico y el publico.
La mano del director se nota menos firme en la dirección de actores, por que los resultados son disparejos en cuanto a la transmisión de estados emocionales. Bien Carolina Fadic, como la secretaria y como la política, al igual que Juan Pablo Bastías (consejero), Patricio Ruiz (Ministro) y Sebastian Layseca (político)
Marcial Tagle (“Lo Justo”,”Hamlet o la rabia milenaria de los perros”) como presidente, escapa del tono general con un acento poético o simbólico que cuesta digerir de buenas a primeras.
A nivel de texto, el tono es claro y conciso, con una buena cuota irónica. Las irrupciones poéticas de la secretaria y del presidente no alcanzan el nivel de augurios que podrían haber tenido, y se quedan en simples arrestos líricos
Como dramaturgo, Pedro Vicuña muestra lucidez para mostrar un tema muy manoseado desde un punto de vista que escapa de la obviedad, además de un poder de síntesis que se agradece en medio de tanta obra alargadas a la fuerza.
Hay que destacar que “Los jerarcas” debe mucho a la puesta en escena de Fontaine. Su montaje, atmosférico, utiliza los elementos precisos para generar tensiones y envolver al público en un perturbador clima donde la realidad choca cruelmente con el mundo de las ideas
Lady Macbeth
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